Lugares y experiencias que no te puedes perder
Ubicadas en la planta baja del edificio que alberga la estación principal del Tren de Sóller, la Fundación Tren de l’Art mantiene abiertas dos exposiciones de entrada gratuita dedicadas a dos grandes artistas contemporáneos: Pablo Picasso y Joan Miró.
Quede como anécdota que la relación de amistad entre ambos nació cuando el pintor catalán visitó al malagueño en París en 1920 regalándole una ensaimada mallorquina.
La Sala Picasso Ceràmiques presenta cincuenta obras de escultura en cerámica realizadas por Picasso entre 1947 y 1971.
Las piezas expuestas trabajan las diferentes temáticas que manejó el artista, desde escenas mitológicas hasta naturalezas femeninas, así como sus clásicas tauromaquias.
El abuelo materno de Joan Miró era originario de Sóller. De ahí proviene la relación del artista con la ciudad y uno de los motivos por los cuales sus herederos decidieron ceder parte de su obra para esta exposición permanente.
En la Sala Miró podrás disfrutar contemplando 35 grabados pertenecientes a dos series:
“Gaudí”(1979), realizada por Miró en homenaje a Joan Rubió, discípulo del gran arquitecto catalán y autor de los edificios modernistas del Banco de Sóller y de la fachada de su iglesia.
"Lapidari"(1971), colección de grabados desarrollados por el artista a partir de un texto anónimo del siglo XV.
Desde la estación del Tren, siguiendo la vía del tranvía que baja por el paseo de Es Born, llegará a la Plaza Constitución, centro de la vida social de la comarca de Sóller.
Es una plaza arbolada, en su mayor parte peatonal, nutrida de bares y terrazas, y presidida por el Ayuntamiento, la iglesia parroquial y el Banco de Sóller. Estos dos últimos edificios tienen su principal punto de interés en sus imponentes fachadas de estilo modernista, ya que su autor fue Joan Rubió, discípulo aventajado del genial Gaudí.
En los alrededores de la bulliciosa plaza, las irregulares callejuelas empedradas forman el núcleo histórico de la ciudad donde la vida transcurre plácida y mediterráneamente.
A unos cien metros de la plaza Constitución, con la vía del tranvía como indicador de ruta, encontrará el Mercado Municipal, donde podrá comprar productos frescos locales.
Tanto en la plaza de Sóller como en sus alrededores se encuentran multitud de establecimientos de restauración en los que hacer una pausa para relajarse y degustar algunas de las especialidades locales: hornos y pastelerías, bares y heladerías, cafeterías y restaurantes.
Si aún no ha desayunado, no debe perderse la típica ensaimada junto con el café con leche o una taza de chocolate. Para la merienda, recomendamos probar especialidades mallorquinas como las empanadas, els robiols o els cocarrois; o un helado elaborado enuna de las dos heladerías artesanales cercanas a la plaza que hará las delicias de los niños.
El plato típico del tapeo para los mallorquines es el “variat”: un plato o cazuela en el que se acompaña un centro de ensaladilla rusa con un surtido de tapas locales, como el frito mallorquín o la lengua con alcaparras.
Si prefiere almorzar, las posibilidades son muchas, desde las económicas pizzerías y otros locales de comida rápida, hasta restaurantes donde probar desde guisos tradicionales hasta menús de degustación y restaurantes con estrella Michelin.
La calle comercial por excelencia de Sóller es el Carrer de Sa Lluna. Es una vía peatonal que parte desde el norte de la Plaza Constitución y en la que se encuentran pequeños establecimientos, muchos de ellos centenarios, donde podrá comprar desde ropa y joyería de última moda hasta cualquier tipo de producto local y artesanal.
Ya casi al final de la calle se podrás disfrutar de Can Prunera Museo Modernista, una de las señas de identidad de Sóller.
Can Prunera se encuentra ubicado en una casa modernista construida a comienzos del siglo XX bajo las directrices del art nouveau francés por una familia de emigrantes sollerics que, como muchos otros, hizo fortuna en Francia con el comercio de fruta.
Además de disfrutar con los detalles arquitectònicos del propio edificio y de las exposiciones temporales, el visitante podrá contemplar una exquisita colección de obras artísticas de grandes maestros de los siglos XIX y XX, como por ejemplo Joan Miró, Toulouse-Lautrec, Paul Klee, Fernand Léger y Maurice Vlaminck; así como de una serie de pintores mallorquines o vinculados con Mallorca, entre otros Santiago Rusiñol, Joaquim Mir, Joan Fuster, Eliseu Meifrén, Ritch Miller, Juli Ramis y Miquel Barceló.
La ciencia también tiene su sede en Sóller, en este caso en la finca Camp d’en Prohom, colindante con la carretera principal que cruza el valle y a unos 10 minutos a pie desde la Plaza Constitución.
El Museu Balear de Ciències Naturals y el Jardí Botànic son únicos y solo el paseo por las terrazas y bancales de este último ya merece la visita. El Jardín ofrece una interesante muestra de flora mediterránea en un espacio diáfano y acogedor, donde la arquitectura y el diseño imitan a la naturaleza.
El Museo de Ciencias Naturales está ubicado en un palacete de principios del siglo XX en el interior del Jardín Botánico. En él se realiza una labor tanto investigadora y divulgadora, como de conservación de colecciones científicas. En sus salas de exposición el visitante podrá realizar recorridos sobre la historia fósil o la biodiversidad de las Islas Baleares.
Visita didáctica recomendada si viaja en familia con niños.
Si el viajero dispone de algo más de tiempo y quiere conocer la esencia del Valle de Sóller, debe plantearse una pequeña excursión hasta la alquería de Biniaraix, a media hora a pie del centro de Sóller.
Biniaraix es una aldea de origen árabe en la falda de la Serra formada por un laberinto de casas tradicionales y callejuelas empedradas, toda ella rodeada de huertos de naranjos y limoneros. Por su gran encanto, Biniaraix ha sido fuente de inspiración de numerosos artistas.
Para reponer fuerzas, en su plaza uno puede descansar y relajarse sin ruidos tomándose una naranjada recién exprimida o comiendo el típico pa amb oli.
Desde el muelle del puerto natural, el visitante puede internarse en el laberinto de calles y escaleras empinadas que entretejen la barriada marinera o barrio de Santa Catalina. Recibe su nombre del oratorio de Santa Catalina de Alejandría (s. XIII), situado en la cúspide del promontorio que defiende el Puerto de Soller de los embates del mar.
Junto a la ermita, dos miradores donde disfrutar del paisaje, uno dirigido hacia el norte, hacia la inmensidad del Mediterráneo, y otro dirigido hacia el sur, desde el cual puede contemplarse la totalidad de la bahía con vistas a la montañas de la Serra como telón de fondo.
Actualmente la ermita de Santa Catalina es la sede del Museu del Mar, una instalación que ofrece una muestra de piezas patrimoniales e imágenes históricas relacionadas con la pesca, el comercio marítimo y el oficio de los “mestres d’aixa”, denominación local de los artesanos constructores navales.
El museo del Mar cuenta con una sala de audiovisuales donde el visitante puede disfrutar del testimonio oral de viejos lobos de mar.
Ya en el Puerto de Sóller, antes de su excursión en barco a La Calobra y al Torrent de Pareis, es recomendable efectuar un paseo por su marina, desde los muelles y pasarelas del puerto deportivo, ubicados junto a la última parada del tramvía.
Ya en los muelles repletos de llaüts, lanchas, veleros y yates de lujo, hasta el muelle y la lonja de pescadores. Si tiene suerte podrá ver el desembarco del pescado y marisco fresco a la llegada de las barcas de pesca artesanales y de arrastre.
Junto a los muelles se extienden las terrazas del Restaurante Mar y Sol que ofrece desde las típicas tapas y snacks hasta los tradicionales platos mediterráneos: paellas, arroces caldosos, calderetas, parrilladas de pescado y otras recetas marineras.
No deje de probar las gambas de Sóller a la parrilla, la excelencia del producto de la costa local.
En el siglo XVI Sóller fue objeto de dos ataques por parte de los piratas berberiscos, como también sucedió en otras localidades costeras mallorquinas.
Para garantizar la defensa ante nuevas incursiones, a finales de ese siglo fue construida una red de torres vigía en toda la costa. La más próxima al Puerto de Sóller, llamada popularmente como Torre Picada, está situada al borde de un alto acantilado que ofrece unas vistas inmejorables sobre la costa norte y el islote conocido como s’Illeta.
Para llegar hasta el pie de la torre de vigilancia (su interior no está abierto al público) se hace necesaria una caminata de unos 45 minutos desde la estación del tranvía. El recorrido transcurre entre paisaje de olivar y bosque de pinos.
El visitante más cansado o con menos tiempo puede disfrutar de un cómodo asiento para ver la puesta del sol desde alguna de las terrazas del Paseo marítimo de Es Través. Desde allí podrá admirar y fotografiar el ocaso con el sol sumergiéndose bajo la línea del horizonte enmarcada por las dos puntas rocosas que cierran la bahía del Puerto de Sóller.
Si al final del día todavía tiene energía para otro paseo más, puede llegar hasta el faro que preside la llamada Punta Grossa o Cap Gros, a unos 25 minutos de subida a pie desde la Platja d’en Repic por una carretera sinuosa con magníficas vistas sobre la bahía.
Desde el mirador, además de disfrutar de una impresionante puesta de sol, podrá contemplar a vista de pájaro tanto el Puerto como gran parte de la costa norte de Mallorca.
Disfrute de la excursión cuando quiera y saliendo desde donde quiera.
Elija sus propios horarios del recorrido y pase más tiempo en aquellos lugares que más le gusten.
¡A su aire!
Disfrute de la excursión sin preocupaciones.
Excursión guiada en tramos, le recogemos en su alojamiento, le llevamos en autocar con guía, le mostramos unos itinerarios de ensueño y le llevamos de regreso a su punto de partida.
Cómodo, fácil e inolvidable.